Las traducciones juradas son traducciones de documentos realizadas por traductores jurados autorizados para ello y que tienen validez oficial ante la administración. Llevan la firma y el sello del traductor jurado que las ha realizado y, aunque la traducción se puede realizar a partir de un documento original en cualquier formato, ésta solamente será válida y aceptada por en formato papel y en original (no sirven las fotocopias).
Hay muchas situaciones diferentes en las que se puede necesitar la traducción jurada de un documento. Las más habituales son las que están relacionadas con la homologación de títulos universitarios y los certificados de antecedentes penales, matrimonio, nacimiento y defunción. Pero, la traducción jurada puede hacerse de cualquier tipo de texto.
Gracias a una traducción jurada, un documento escrito en idioma extranjero puede ser reconocido en nuestro país ante la administración. Aunque también hay empresas privadas que exigen traducciones juradas de ciertos documentos, por ejemplo para empezar a hacer negocios con empresas de otros países.
Estas traducciones las pueden realizar exclusivamente traductores jurados nombrados por el Ministerio de Asuntos Exteriores. Estos traductores añaden a la traducción su firma y su sello y una fórmula al principio y al final del texto. De este modo, el traductor garantiza la fidelidad de la traducción del documento original y asume cualquier responsabilidad que pudiera derivarse si la traducción no fuera correcta.
Los traductores jurados pueden hacer traducciones tanto directas (desde otro idioma a su lengua materna) como inversas (desde su lengua materna hacia otro idioma).
Además, estos traductores son también intérpretes jurados, de hecho, el Ministerio de Asuntos Exteriores habla de traductores-intérpretes jurados. Los intérpretes jurados realizan traducciones orales, por ejemplo en juicios o notarías.