Tradúcete | 27 octubre 2016

La importancia de las interpretaciones

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Un mismo idioma tiene infinidad de interpretaciones en función del contexto, el tono y las palabras empleadas. Cada lengua tiene a su vez diferentes dialectos, lo que le aporta un mayor abanico de interpretaciones. En este sentido, los trabajadores profesionales no se limitan a traducir palabra por palabra, sino que buscan el verdadero sentido de las frases para después emplear los términos más acordes en el idioma de destino.

Pongamos un ejemplo. El español es hablado en España, Argentina o Chile, entre otros países. Cada uno de ellos emplea diferentes palabras para referirse a una misma cosa. Por ejemplo, en España decimos “autobús”, mientras que en Chile se dice “guagua” y en Argentina “colectivo”. Además, no en todas las partes de España se emplea la palabra “autobús” ya que en Canarias se denomina a este medio de transporte “guagua”, como en Chile.

De esta forma, las empresas o particulares pueden encontrarse ante documentos o contratos de diversa índole escritos en un idioma difícil de interpretar por ellos mismos. Es en estos momentos cuando el trabajo de los profesionales de cabecera adquiere un mayor significado. Cada país dispone de ciertos vocablos que son los que mejor reflejan su lengua, los cuáles se han recogido en un Atlas sonoro de las palabras más autóctonas del español.

En América ya cuentan con una edición digital del Diccionario de Americanismos, publicado por la RAE y la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), formada por veintitrés academias. Este libro recoge alrededor de 120.000 acepciones, sinónimos y variantes dentro de un mismo idioma. En él se puede comprender hasta qué punto la labor de los traductores profesionales es altamente cualificada.

En Argentina el vocablo por excelencia es “boludo”, que hace referencia a que una persona es tonta o estúpida. Sin embargo, en los últimos años ha cogido otra connotación, como si se tratara de un comodín cuando no se sabe qué decir. Tiene un lado más desenfadado. En El Salvador se emplea la palabra “cipote” como sinónimo de niños o joven.

En México se emplea en el lenguaje coloquial “pinche” que tiene diferentes acepciones: empleado, suerte, policía, hábito de fumar, camisa, perro, regalo, etc. Este es un claro ejemplo de que comprender el contexto y tener un conocimiento completo de una lengua son dos premisas indispensables para traducir correctamente un texto o conversación. En España podemos escuchar la palabra “contradiós”, que se emplea para mencionar que una cosa es absurda o un disparate.

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