La definición de interpretación según la Real Academia Española es «explicar o declarar el sentido de algo, pero principalmente el de un texto», «explicar acciones, dichos o sucesos que pueden ser entendidos de diversas formas».
La interpretación es la consecuencia del acto de interpretar. Cuando una persona interpreta un suceso, un hecho o un acontecimiento de cualquier material publicado y/o escrito pasa a ser comprendido e incluso expuesto a una nueva manera de poderse expresar, pero siendo siempre fiel al elemento de esa interpretación, es decir, al material que se está interpretando.
Para ello, es importante cuidar la calidad de las interpretaciones, ya que una interpretación que no se escucha bien o con una mala pronunciación puede también comportar consecuencias desastrosas, como que los oyentes no lleguen a comprender el mensaje correctamente y de lugar a confusiones, dependiendo del ámbito en el que se esté interpretando. Por ejemplo, supongamos que nos encontramos en una reunión de trabajo con uno de nuestros socios alemanes y no entendemos bien al intérprete; podríamos no saber de lo que se está hablando o lo que estamos firmando, en el supuesto de que se trate de una reunión para la firma de un contrato. Una mala pronunciación en la interpretación usada en un entorno de negocios puede causar un fracaso de la negociación. Ni qué decir las consecuencias que podría causar una mala interpretación en el ámbito judicial y que el traductor no hable la lengua de origen o de destino con el acento adecuado.
A pesar de ello, son muchos los que piensan que para que una comunicación sea fluida no es necesario hablar con un «buen acento»; lo que es consecuencia de no saber qué es un idioma. Muchas personas tienen la (errónea) convicción de que saber un idioma comporta conocer su vocabulario y gramática, pero lo cierto es que un idioma principalmente trata de los sonidos y el sentido de ellos. Por eso, un buen intérprete y para que una interpretación tenga éxito, éste debe dominar a la perfección la producción de estos sonidos.
Muchos de vosotros ya conoceréis las modalidades de interpretación que existen:
- Interpretación consecutiva: el intérprete traduce después de que la persona haya acabado de hablar; es decir, necesita pausas para poder intervenir.
- Interpretación simultánea: el intérprete traduce al mismo tiempo que la persona habla, para lo cual es necesario un equipo tecnológico mínimo.
- Interpretación de enlace: el intérprete traduce, de manera consecutiva, tanto para el hablante de un idioma como para su interlocutor.
- Interpretación susurrada: el intérprete traduce en la oreja de la persona lo que la otra está diciendo. Esta modalidad también se conoce como chuchotage.
La diferencia entre la figura del traductor y la del intérprete es que el traductor se encarga de trasladar el mensaje de una lengua a otra en los textos escritos mientras que el intérprete lo hace en discursos, conferencias, etc.; es decir, es el encargado de los mensajes orales.
La importancia de una buena interpretación
Una vez aclarado qué es la interpretación y su diferencia con la traducción, pasamos a explicar por qué es importante contar con una buena interpretación.
Todos habremos escuchado la sonada noticia sobre el funeral de Nelson Mandela, en el que el intérprete de signos pareció inventar su propio lenguaje para sordos. Durante el acontecimiento, en diciembre de 2013, estallaron las redes sociales advirtiendo de que los gestos que estaba realizando el «intérprete» no tenían sentido alguno. El intérprete trató de defenderse más tarde diciendo que sufrió un ataque esquizofrénico y que por eso ocurrió lo que ocurrió… Más adelante salió a la luz que el supuesto intérprete había sido un fraude.
También es famoso el mal rato que pasó el presidente estadounidense Jimmy Carter en 1977 en un viaje diplomático a Polonia. En un breve discurso de bienvenida y de agradecimiento a su llegada al aeropuerto, el intérprete que acompañaba a Carter tuvo tres desafortunados errores que pasarían a la historia. Por un lado, cuando el presidente anunció que se alegraba de estar en Polonia, él tradujo algo así como que había abandonado América para quedarse a vivir en Polonia. Por otro lado, Carter alabó la Constitución Polaca de 1791 como uno de los tres monumentos del siglo XVIII a los derechos humanos, lo cual, interpretado en polaco, sonó como una especie de burla. Por último, el presidente, sin perder la sonrisa, anunció que le gustaría conocer los deseos de los polacos. Y lo que tradujo el intérprete daba a entender que el presidente tenía algún tipo de interés sexual por los polacos. Pobre hombre.
Ojo, que a su favor hay que decir que el intérprete de Carter era un gran profesional, al parecer, solo que el polaco era su cuarta lengua y además le tocó realizar la interpretación en ambas direcciones, o sea, interpretación de enlace. Más vale no pedir peras al olmo y asegurarnos de que el intérprete en cuestión, por muy bueno que sea, está trabajando con sus dos lenguas principales.